Cuentistas y Soñadores

lunes, 2 de mayo de 2016

HO'OPONOPONO

hace tiempo, me llegó información sobre un terapeuta de Hawái que curó un pabellón completo de pacientes criminales con serias patologías psíquicas, ¡sin ver siquiera a ninguno de ellos! Este psicólogo sólo estudiaba la ficha del recluso y luego miraba dentro de sí mismo para ver cómo él había creado la enfermedad de esa persona. Y en la medida en que el terapeuta mejoraba, el paciente mejoraba también.

Cuando supe de esta historia, no me lo creí, imaginé que era algo así como una leyenda urbana...
¿Cómo era posible que alguien pudiese curar a otro intentando curarse a sí mismo? ¿y cómo podía sanar a criminales enfermos, aunque el hombre fuera un auténtico maestro con capacidad de autocuración,? Esto no tenía mucho sentido y para mí no tenía lógica, no era creíble, así que no hice mucho caso en un principio.

Un amigo del alma, con el cual comparto un proceso de cambio vital, fue el que me habló de un proceso de sanación hawaiano llamado “Ho’oponopono
Busqué y volví a encontrarme con la historia de este doctor. Él había usado ese proceso de sanación. Jamás había oído antes nada de eso, de esa técnica, así que decidí saber más.

Hasta que supe de esto, siempre creí que la expresión “total responsabilidad” significaba que yo soy el responsable de lo que pienso y de mis acciones. Y que lo que está más allá de esto, no está en mano. Y pienso que la mayoría piensa igual sobre la responsabilidad: que somos responsables de lo que hacemos nosotros, pero no de lo que otros hacen. Ahora sé que no es así.
Este doctor Hawaiano, que curó a esas personas con enfermedades mentales es el Dr. Ihaleakalá Hew Len.

Y con él, a través de maestros y expertos en Ho´oponopono, estoy aprendiendo, desde una nueva perspectiva, lo que es la total responsabilidad.



Esta es la historia de su trabajo como terapeuta:

El Dr. Len trabajó en el Hospital Estatal de Hawái durante cuatro años. Los enfermos criminales estaban encerrados en un pabellón que era bastante peligroso. Lo normal es que los psicólogos, al mes de trabajar allí renunciaran a seguir. Muchos de los que allí trabajaban enfermaban o se iban. Cuando atravesaban el pabellón, los que lo hacían iban con la espalda contra la pared, por miedo a  ser atacados por los pacientes. Desde luego no era un buen sitio para vivir, para trabajar ni para visitar.

El Dr. Len nunca vio a los pacientes. Él pidió una oficina y acceso a los expedientes para estudiarlos. Mientras los examinaba, él trabajaba sobre sí mismo. Y mientras él lo hacía, los pacientes mejoraban.

Después de pocos meses, a los pacientes que tenían que estar encadenados se les podía dejar caminar libremente me dijo. Y a otros, que tenían que estar siempre fuertemente medicados, podía reducírseles las dosis.  Y algunos, que nunca hubieran tenido la posibilidad de ser soltados, se les dio el alta. Y algo asombroso: El personal comenzó a disfrutar de su trabajo. El absentismo y la rotación de personal disminuyeron de forma drástica. Se acabó disponiendo de más personal del que se necesitaba, porque los pacientes se iban yendo, pero todo el personal iba igualmente a trabajar. Actualmente ese pabellón está cerrado.

La pregunta que me hice y que todo el mundo se hace en esta punto es: ¿Qué hizo el Dr. Len consigo mismo para provocar semejante cambio en esos enfermos?
El Dr. Len dice que simplemente estaba sanando la parte de sí mismo que había creado sus enfermedades. El Dr. explicó que la “total responsabilidad” afecta a todo lo que está presente en tu vida, simplemente porque está en tu vida. Y es literalmente responsabilidad de cada uno, porque todo el mundo es la creación de cada uno de nosotros.

Para mí, esto al principio era muy difícil de aceptar, porque ser responsable de lo que yo pienso, digo o hago es una cosa. Pero otra muy distinta es ser responsable de lo que diga o haga cualquier otra persona que esté en mi vida. Si uno asume su completa responsabilidad por su vida, todo lo que ve, oye, toca, saborea o experimenta, de la forma que sea, es su responsabilidad.
¿qué significa esto? Que cualquier cosa que uno experimenta, sea del ámbito que sea, personal, político, económico, de salud, la guerra, el terrorismo… y que a uno no le gusta, existen en nuestra vida para que las sanemos. Cada uno. Son, por decirlo de una manera, proyecciones que salen de nuestro interior. Los  problemas no están fuera de nosotros, están en nosotros. Y la solución está en nuestro propio cambio. Si uno cambia en su interior, provoca cambio en el exterior.

Para poder asimilar todo esto y poder vivirlo, asumiendo la total responsabilidad, en vez de echarle la culpa a otra persona o a circunstancias “ajenas" a nosotros, hay que empezar a entender que esta forma de sanación, el Ho’oponopono, significa en esencia amarse plenamente a uno mismo. Así de sencillo.
Si quiero mejorar mi vida, debo sanar mi vida. Si deseo curar a otro, aunque sea a un loco criminal, puedo hacerlo curándome a ti mismo. ¿Cómo?, ¿cómo lo hacía el Dr. Len cuando examinaba los expedientes de sus pacientes?
Simplemente decía “Lo siento” y “Te amo”, repitiéndolo una y otra vez:  “Lo siento… Te amo.” Sólo eso.

Amarse a uno mismo es la mejor manera de mejorarse a uno mismo. Y al mejorarse uno mismo, mejora su mundo.
Un ejemplo práctico del funcionamiento de este método: En una negociación, dura e implacable, se percibe una gran agresividad que en un momento dado te desestabiliza. Lo normal sería manejar la situación trabajando sobre tus aspectos emocionales más negativos o tratar de razonar con los otros interlocutores presentes.

Si decidimos utilizar el método del Dr. Len y empezamos a repetir en silencio “lo siento” y “te amo”, sin dirigir esas palabras a nadie en concreto, simplemente estamos invocando el espíritu del amor para sanar dentro de nosotros lo que está creando esa circunstancia externa. En breve tiempo comprobaremos ese cambio. Se acercarán posturas, la agresividad desaparecerá y la situación mejorará apreciablemente. Si acción externa alguna que provoque esos cambios. Sólo repitiendo esas palabras podemos sanar dentro de nosotros lo que estábamos creando en nosotros.

El Dr. Len tiene ahora más de 70 años y es un gurú venerable y solitario. Según dice, mientras nos mejoremos a nosotros mismos, la “vibración” de lo que hagamos aumentará y los demás podrán sentirla. En resumen: a medida que yo me mejore, los demás mejorarán.

¿Y lo que ya ha pasado? Según el Dr. Len, no ha pasado realmente, aún está dentro de nosotros. No hay afuera. No hace falta profundizar más. Sólo saber que cuando desee mejorar cualquier aspecto o situación en mi vida, sólo hay un sitio donde poder hacerlo: dentro de mi. Y cuando mire allí dentro, tengo que hacerlo con amor.

Palabras de alta vibración que nos conectan con nuestro yo, que está conectado con el universo. Tenemos la vibración del universo en nuestro yo, porque somos parte. Llámese universo al todo, a Dios, a esa inteligencia superior de alta vibración que hace que todo sea. Se trata de llegar a vibrar o acercarse a esa frecuencia. Palabras de alta vibración como: “Lo siento”, “perdóname”, “te amo”, “gracias”, “gotas de rocío”, “hielo azul”, “llovizna”, “yo soy el Yo” y muchas otras que se enseñan en la técnica del Ho´oponopono, repetidas una y otra vez, nos llevan hacia esa frecuencia de vibración universal, en la que todo es como debe ser, todo es correcto y es perfecto.

Cuanto más repitamos, más ajustaremos la frecuencia en la alta vibración y más poder sanador tendremos. Cambiamos en nuestro interior. Lo que percibimos como exterior es nuestra proyección, es la película que nos hacemos, que proyectamos y que nos creemos. Todo está en nosotros y trasciende absolutamente lo que percibimos con nuestros sentidos. Nada es lo que parece. Nada es real, sólo nosotros, en nuestro interior, no nuestra mente, nuestro ser esencial, eterno, universal.

¿Difícil? De asimilar sí. Nuestro ego no nos lo permite y usa nuestra mente para confundirnos. Es tan sencillo que cuesta creerlo. Lo mejor, practicar. Y practicar. Sin expectativas concretas, repetir las palabras, sentir su resonancia, repetir, repetir


Y comprobar lo que pasa. 


JAC 2016
(ref. J. Vitale)

No hay comentarios:

Publicar un comentario